El nuevo montaje de Amigos del Teatro se estrenó el pasado fin de semana con dos funciones en el Teatro del Raval de Castellón dentro del Ciclo Castelló a Escena, en los que el público respondió en masa, y en lo que supone un giro en el estilo de las obras de su autor de cabecera y director, Antonio Arbeloa.
Viernes de octubre con vistas no es una comedia al uso. Tampoco un drama. Aunque curiosamente es un texto de hace veinte años, su actualidad y vigencia es absoluta. El eje argumental es la violencia de género. El protagonista, Don Enrique Bellido, pone anuncios en el periódico ofreciendo dinero a mujeres por pasar una tarde con él en un hotel de costa. Pero la cosa no es tan simple como parece ser a primera vista. Estos encuentros se organizan con la complicidad de Germán, gerente del hotel, para recrear una escena del pasado que es la esencia de la obra.
¿Quién es Elena Cifuentes? ¿Dónde está? ¿Y quiénes son en verdad las mujeres que acuden a la llamada del dinero? ¿Qué intentan descubrir?
A Elena la conocemos por recortes de prensa que se proyectan sobre la cámara negra anunciando su desaparición y la falta de noticias sobre su paradero. Las «ellas», cuatro en total, una artista, una viuda, una estudiante y una prostituta, visitan el hotel como aparentes víctimas de la hipocresía social y del ansia por el dinero. Solo renunciando a él podrían salvarse. ¿Qué es lo que el depravado protagonista pretende evocar con ellas?
Cuatro escenas que siguen un recorrido y responden a una estructura similar desembocan, sin embargo, en un primer desenlace que parece ser el definitivo. Pero no es así. El autor guarda un as soberbio bajo la manga de su floreada camisa. Y todo acaba por cuadrar. La justicia humana es desplazada por la divina cuando la fotografía de Helena Cifuentes asoma para desplomar los naipes del castillo de un terrible suceso. El espectador, engañado cuatro veces ya, es volteado hasta en un par de ocasiones más en su butaca para rizar el rizo de un final tan perfecto como inesperado. Y todo sin saber muy bien si lamentarlo o alegrarse.
¿Qué es lo justo? Eso es lo que se deja en el aire que entra a través de dos ventanas. Una da al mar. La otra a la montaña. Esas son las vistas de unas tardes de octubre en un hotel de costa. Pero el tempo teatral avanza y la brisa mezcla aromas de romero y salitre. ¿Justicia o venganza? Decidan ustedes.
Un ambiente estremecedor, una resolución técnica acorde con el clímax de misterio y pasiones prefabricadas en el cuadrilátero de un vestíbulo de suite que, por momentos, semeja un ring de boxeo en un combate de Él contra Ellas. La guerra de los sexos por la lacra social del siglo XXI.
Un Arbeloa seguro, creíble y contundente, en un papel descarnado y terrorífico que a pocos actores les gustaría representar, acompañado de cuatro actrices que encajan los golpes de la función con solvencia y profesionalidad. Porque ellas son lo que no son para luego acabar siendo la verdad que se impone por encima de lo justo. Una obra difícil que Concha Pascual, Carmen Notari, Esther Gascó y Ana Villanueva apuntalan con sus más que solventes interpretaciones. Una obra para volverla a ver después de que el espectador reflexione y elija, si es que hay elección. Bienvenidos al teatro como ya casi nunca se escribe. Cuatro presentaciones, nudos y desenlaces más un doble giro mortal, nunca mejor dicho. Eso es Viernes de octubre sin vistas.